miércoles, 21 de agosto de 2019


Las Edades de la Vida. Recuerdos de un verano...
(escrito por Laura)


Me siento una privilegiada por poder salir unos días de este incómodo y ajetreado Madrid. Aunque…
Este verano no lo recordaremos como uno de los mejores de nuestra vida.
Rafael se siente cada vez más torpe y aturdido.
Bajar a la playa se convierte en una prueba complicada y el baño en el mar, casi misión imposible. A pesar de la inestimable ayuda de su hermana y su mujer, se siente inseguro, se fatiga mucho y no se mete más que un par de veces.
El apartamento es muy caluroso, el entorno ruidoso; la cama, dura. ¿Será que nuestros huesos están cada vez más doloridos?

En el otro lado de la balanza, nuestros incansables sobrinietos ponen el contrapunto alegre a nuestro verano.

Me quedo con los buenos recuerdos:

Un niño rubito sonriente que corre hacia su tío, gritando: “¡Tío Rafael!”

Una pequeñaja que comparte conmigo su galleta empanada en tierra. ¡¡Mmmmm!! ¡Qué rica! Nunca probé manjar más exquisito.

Un mojito y una buena charla con los amigos al final del día.

El baño en el mar. A veces, con todo el mar para mí.

Un niño con su insaciable curiosidad y sus interminables: “Y, ¿por qué…?”

La luna llena, jugando al escondite entre las nubes.

Los fuegos artificiales en la playa.

Unas cañas tendidas al borde del mar a la caída de la tarde.

Óscar, de 3 años, acercándose a su tío para preguntarle: “¿Estás malito?”
A la afirmativa respuesta de Rafael, el peque, después de uno de sus “y, ¿por qué…?”, le suelta un “Te quiero mucho, tío Rafael”.
Se nos enternece el corazón y, por un momento, se nos olvidan todos los males.

La última noche, me acerco a la playa para despedirme del mar y de la luna…
Al llegar, no está la luna. No ha salido todavía…
En ese momento, por encima del horizonte, una media luna naranja se asoma a saludarme. Por un breve instante, la veo llena, redonda… y finalmente, se esconde detrás de un nubarrón.
Es una experiencia mágica de verdad.

¡¡Hasta pronto, Mar!! ¡¡Hasta siempre, Luna!!