Las Edades de la Vida. Recuerdos de un verano...
(escrito por Laura)
Me siento una privilegiada por poder
salir unos días de este incómodo y ajetreado Madrid. Aunque…
Este verano no lo recordaremos como uno
de los mejores de nuestra vida.
Rafael se siente cada vez más torpe y
aturdido.
Bajar a la playa se convierte en una
prueba complicada y el baño en el mar, casi misión imposible. A pesar de la
inestimable ayuda de su hermana y su mujer, se siente inseguro, se fatiga mucho
y no se mete más que un par de veces.
El apartamento es muy caluroso, el
entorno ruidoso; la cama, dura. ¿Será que nuestros huesos están cada vez más
doloridos?
En el otro lado de la balanza, nuestros
incansables sobrinietos ponen el contrapunto alegre a nuestro verano.
Me quedo con los buenos recuerdos:
Un niño rubito sonriente que corre hacia
su tío, gritando: “¡Tío Rafael!”
Una pequeñaja que comparte conmigo su
galleta empanada en tierra. ¡¡Mmmmm!! ¡Qué rica! Nunca probé manjar más
exquisito.
Un mojito y una buena charla con los
amigos al final del día.
El baño en el mar. A veces, con todo el
mar para mí.
Un niño con su insaciable curiosidad y
sus interminables: “Y, ¿por qué…?”
La luna llena, jugando al escondite
entre las nubes.
Los fuegos artificiales en la playa.
Unas cañas tendidas al borde del mar a
la caída de la tarde.
Óscar, de 3 años, acercándose a su tío
para preguntarle: “¿Estás malito?”
A la afirmativa respuesta de Rafael, el
peque, después de uno de sus “y, ¿por qué…?”, le suelta un “Te quiero mucho,
tío Rafael”.
Se nos enternece el corazón y, por un
momento, se nos olvidan todos los males.
La última noche, me acerco a la playa
para despedirme del mar y de la luna…
Al llegar, no está la luna. No ha salido
todavía…
En ese momento, por encima del
horizonte, una media luna naranja se asoma a saludarme. Por un breve instante,
la veo llena, redonda… y finalmente, se esconde detrás de un nubarrón.
Es una experiencia mágica de verdad.
¡¡Hasta pronto, Mar!! ¡¡Hasta siempre,
Luna!!