miércoles, 24 de abril de 2019

"PIEDRECILLAS"



 El pasado lunes 21, fui con Laura  al ambulatorio para que la doctora me viese el dedo en resorte. Al llegar, encontramos que el ascensor está averiado y he de bajar a consultas por escaleras ayudándome como puedo; ya abajo, suelo recién fregado por lo que ¡una miaja más de precaución! Poca  antesala, pero la doctora no está, hay una suplente que, menos mal, nos atiende correctamente y me manda una radiografía para adelantar tiempo.
            Satisfechos por el trato recibido, a la salida, le preguntamos al celador  por la médico y nos cuenta que se ha ido forzada por su circunstancia -llevaba todos estos años como interina de la anterior, la plaza no la ganó por oposición-. Lástima pues ya le había cogido el tranquillo a mi situación. Así que, cuando me reciba la nueva titular ¡otra vez a contar la peculiar historia de mi enfermedad!
            Volvemos a casa y, en la acera, dos motos bien aparcadas ¡entre las señales del lugar reservado para minusválidos en la calzada! Laura, no se corta, me acompaña a casa y emplea unos minutos para escribir sendas notas que coloca en ambas con cinta aislante. Lo más inaudito es que cuando telefonea posteriormente a la Policía Municipal para comunicar lo ocurrido, la ‘funcionaria?’ al otro extremo contesta: “¿Pero pudo usted sacar la silla de ruedas del vehículo?”  Tras la respuesta afirmativa de ella, la ’funcionaria?’ responde: ¡Ah, bueno! Y debió exhalar un enorme suspiro de alivio.

miércoles, 17 de abril de 2019

EXPERIENCIAS OPUESTAS


Ayer, donde tomo café, vi a una joven pareja con su hijita de no más de tres años. Se fijaron en mí al observar que entraba con dificultoso andar y eso propició su pregunta, en cierto sentido indiscreta, pero, sin duda, llena de curiosidad. Les conté someramente mi caso y se asombraron. Acababan de regresar del hospital donde su nena, por un virus, había sufrido un ataque epiléptico e incluso perdido un instante la conciencia y, por lógica, estaban preocupados, así que, les tranquilicé lo más que pude, pero verme fue lo que más les calmó.
A Laura le pedí luego que les enseñara la foto de mi lesión; entonces, sí que se quedaron pasmados y…con más sosiego que, para mí, tras todo lo hablado, fue lo importante…mi obra buena del día.
Hoy, voy a comprar tabaco. Al salir del estanco, una señora me mira y me suelta: “¡Si no fumara, andaría mejor!”; me sorprende tanto su frase que me impide contestarla de inmediato: “¡Usted qué sabrá por qué ando mal, meticona!”. Sin embargo, a continuación, pienso: “Si le hubiese dicho lo que se merecía, habría perdido toda la razón” pues la habría respondido con palabras fuertes; así, fue una ‘piedrecilla’ de la mañana.
Además, aseguran dos refranes: “¿Quién hace caso de medios días habiendo días enteros?” “A palabras necias, oídos sordos” o, con un lenguaje más rimbombante, “A palabras incongruentes, Trompas de Eustaquio en estado de interceptación”.

martes, 9 de abril de 2019

AVANCE

Hace pocos días, la neurocirujana me dijo que ya no podré andar bien sobre todo porque la operación para reducir la fractura de la cabeza del fémur izquierdo, anterior a la suya, quedó bien, sí, pero... el músculo correspondiente está débil aún y dificultado por la cicatriz, ha perdido espacio y elasticidad para regenerarse por completo.
    Así pues, esta mañana, con Laura algo pachucha, la obligo a quedarse en casa y yo bajo a tomar mi cafetín y hago la compra mañanera. Ida y vuelta son bastante lentas aunque hago valer mi seguridad andando muy despacio con la silla de ruedas como andador. No es largo el camino, pero sí la calle está en cuesta, por tanto, son mayores esfuerzo y cansancio.
      Después de todo, logro mi propósito. Parafraseando a Neil Armstrong: "Un pequeño paso para otros, pero un avance para mí". 

martes, 2 de abril de 2019




¡PRUEBA SUPERADA!
(Escrito por Laura)

Ayer recibo una carta certificada de la Junta Electoral. Me han designado como presidente/vocal suplente de mesa. ¡Qué ilusión! El sueño de mi vida: pasarme 14 o 15 horas de un domingo metida en una sala sin ver la luz del sol…
Inmediatamente, veo la lista de Excusas para librarme. Una de ellas es “tener entre 65 y 70 años… renuncia voluntaria”. ¡La mía!
Por si eso no es suficiente, hago fotocopia del Dictamen de Minusvalía de Rafael. Más vale ir preparada.
Esta tarde, Rafael se ofrece a acompañarme y nos vamos a la Junta Electoral de Zona, en la calle Manuel Luna.
Ahora entiendo por qué ese barrio se llama Estrecho. La calle en cuestión es estrechuca, en cuesta y las aceras tienen el ancho mínimo para que pase una silla de ruedas… ¡con una farola en medio, cada pocos metros! Además, en ese tramo de calle, hay 3 talleres mecánicos con sus vados correspondientes. Por si fuera poco, tenemos que dar una vuelta a la manzana y aparcar dos calles más arriba. Delante de la Junta, no hay ninguna plaza para Personas de Movilidad Reducida.
La excursión se convierte en una Gymkana: meto a Rafael sentado en su silla de ruedas por mitad de la calzada, con todos los coches de frente. Cuando llegamos a la oficina, no hay rebaje en la acera, la puerta –de entrada y salida- es estrecha y desemboca en el arco de seguridad y el escáner. Ni os cuento la maniobra en doble ese que tengo que hacer.
La verdad es que todo el mundo se muestra colaborador y amable y, en cuestión de minutos, terminamos la gestión.
Cuando salimos, el policía de servicio y el del escáner se ofrecen amablemente a echarnos una mano. Mano que aceptamos, pues aquello es tan estrecho, que temo volcar la silla y que Rafael acabe con sus maltrechos huesos en el asfalto.
Lo “divertido” es que, durante el rato que dura la maniobra, todo se para. Primero, porque formamos un tapón en la puerta y segundo, porque las dos personas de seguridad están echándonos una mano.
El policía, mirando la acera hacia arriba con ojos de espanto, me pregunta: “¿Por dónde van a subir?” Contestación: “Por la calzada. Vamos a subir delante de los coches”.
Y… dicho y hecho. ¡¡Pa’rriba!! Con un buen par de… ¡narices!