LÁGRIMAS DE EMOCIÓN
Aceptando la propuesta
de Kurt, con bastantes compañeros, visito el Museo del Aire.
Nos dividimos en dos
grupos, cada uno con un guía. Con resultar muy interesante, por la cantidad de
historia acumulada, para mí, el “conductor ” que lleva al nuestro, se extiende
demasiado en cuestiones técnicas de motores y eso, a más de las lógicas
preguntas de algunos, hace un tanto lento el recorrido -el recinto es enorme y
hace frío- de tal forma que, al final, nos dejamos, creo, un hangar en el
tintero; pero sin que en ello tenga nada que ver el organizador -su actitud y
disponibilidad son, en todo momento, fantásticas-. A tal punto llega la
premiosidad que, con Vicente, me separo unos minutos del resto para tomar una
bebida y un poco de sol -estamos, sobre todo yo, ‘pelados’- y, al regreso, casi
nos echan a todos ¡lástima! Es la hora de cierre.
Por mi escasa y dificultosa movilidad actual, esta visita
la hago en silla de ruedas para poder ir al ritmo de todos y, quiero señalar
que muchos de vosotros, ayudáis a que así sea preocupándoos de manejar el
‘vehículo’.
La comida en el Club Barberán, extraordinaria, sobre una
mesa kilométrica, en la que el ambiente es óptimo y que se alarga hasta casi
media tarde. Es curioso, pero siendo tantos, verdad que somos los únicos comensales, se escuchan
solo ligeros murmullos en lugar del típico gritar español. Cierra el comentario
Manolo Rincón apostillando: “Es que somos
del Ramiro”. En suma, una velada
fabulosa.
Sé que, en cercanía o lejanía, nos sentimos apreciados por
el resto de la promoción. Yo, sin duda, lo sentía, os sabía cercanos, pero hoy
es tan abrumador el cuidado recibido y
tan constantes las atenciones y palabras de ánimo regaladas que no puedo sino
apoyarme en vuestros hombros, delegados en los de Vicente, y, como gratitud al
grupo, soltar sobre ellos lágrimas de emoción.
Rafael Gª-Fojeda
22-mayo-2015