jueves, 23 de marzo de 2017

SABER ESTAR... ...Y SER

SABER ESTAR …
 (Transcrito de Selecciones del Reader’s Digest - Dicbre. 2016)
Dar el pésame
“El  marido de una amiga acaba de fallecer. No lo conocía mucho, pero, aún así, lo lamento”.

Todos sabemos lo que hay que hacer en una situación como ésta: escribir una tarjeta con nuestras condolencias y enviarla de inmediato. Pero ¿y si no tienes una tarjeta a mano? ¿O no sabes dónde se venden ahora? ¿O no tienes a mano la dirección o no se te ocurre buscarla en la agenda hasta las 11,30 de la noche cuando ya estás en la cama y te acuerdas de que no has enviado la tarjeta? Te sientes fatal por no haberlo hecho, pero estás tan a gusto acostado que no quieres levantarte ni ponerte a hacer nada.
         Cuando se trata de dar un pésame no hay límite de tiempo, dice una experta en el tema. De hecho, puede ser más reconfortante para quien está pasando una situación difícil recibirlo un poco después de la oleada inicial de atención, cuando la vida de todo el mundo ha vuelto a la “normalidad”. Si entonces envías la nota incluso por correo electrónico, ella la apreciará más.

Lo anterior es solo un ejemplo para introducir el escrito que sigue.

… Y SER
El pasado mes de noviembre tuve que pasar irremisiblemente por el quirófano y salí del hospital diez días después. Una vez en casa, tuve alguna visita que me hizo compañía y recibí bastantes correos interesándose por mi salud. A mediados de enero, hubo una charla y, antes de la presentación del ponente, quien lo hizo comentó mi situación y la de otra persona que también pasaba, a nivel de salud, momentos complicados; además, pidió expresamente alguna muestra de interés y afecto hacia nosotros por parte de los asistentes al acto.
         Al enterarme del otro percance, de inmediato, telefoneé al afectado
para que me diese detalles de su estado; hablamos unos minutos, supe las causas de su problema y me quedé a gusto porque hice lo que me pedía el cuerpo y, pienso que, a este amigo le di unos instantes de mayor paz y ánimo; en definitiva, un querer compartir que, espero, fuese un granito de arena para su recuperación.
         En mi caso, desde aquel día, he recibido solamente un mail mostrando interés de los asistentes a aquel acto que, ignoro cuántos serían, pero, imagino,  que más de uno.
Y me pregunto: ¿Cualquiera de estas personas se considera amiga mía? Yo, desde luego, tengo una concepción muy diferente de lo que significa  la verdadera amistad. Todos tenemos a diario  quehaceres más o menos importantes o urgentes, mas, si queremos, somos capaces de hallar pequeños huecos para  una persona que los necesita y, con mayor motivo, si se la consideramos amiga después de haberla recuperado tras más de medio siglo. Éste fue uno de los principios vitales que me enseñaron mis padres y los profesores que tuve en Primaria y Bachiller.
Un aviso para terminar: Si alguno de aquellos asistentes el pasado enero o alguno de la lista general  lee estas líneas y cambia de actitud, esa
variación habrá perdido mucho valor pues no saldrá del sentir personal, pero, también es muy cierto: MÁS VALE TARDE QUE NUNCA.




No hay comentarios:

Publicar un comentario