domingo, 11 de noviembre de 2018

DOS ANIVERSARIOS EN UNO

Corre octubre de 1949. Mis padres están tristes porque, con casi tres años, aún no he podido poner los pies en el suelo para echar a andar. A primeros de mes, mis padrinos de bautizo están en casa cuando llego de la calle en brazos de mi padre. Cuando me ve mi padrino, cardiólogo, a guisa de saludo, le pregunta extrañado: "¿Cómo tenéis al crío así?" Mi madre, le suelta enfadada: "¡¡Bastante disgusto tenemos para que ahora vengas tú echándonos la culpa de la situación!!" Mi padrino se apresura a disculpar su tono y aclara: "No os echo nada en cara, es únicamente que el niño no anda porque tiene el tendón de Aquiles izquierdo corto y así es imposible que plante bien el pie".
Aclarado el malentendido, mis padres me llevan al puericultor que me trata, él me hace el reconocimiento oportuno y les recomienda un buen cirujano que, casualmente, en el mismo sanatorio donde nací,  me opera el 11 de noviembre de 1949. Tras cuarenta días escayolado POR FIN PUEDO ANDAR aunque con cierta cojera.
      Desarrollo mi vida normal e independiente aunque en 1972, pasado el periodo de crecimiento, me operan nuevamente para readaptar mi pie a la nueva complexión.
Y así van pasando los años con alguna que otra caída sin graves consecuencias hasta que, en 2014, mi familia y yo notamos que tropiezo con más frecuencia, mi cuerpo se va escorando y encogiendo, lo cual me provoca mayor inestabilidad a cada paso que doy. Un día, otra nueva caída; resultado, fractura subcapital del fémur izquierdo. 
       Tras esta nueva reconstrucción, continúan mis problemas al caminar hasta que me ve una neurocirujana que, primero, consulta con su equipo y dice que no se atreven a urgar en mi cerebro no vaya a ser peor el remedio. Marta Navas, la neurocirujana, no se queda muy convencida ni, por supuesto, satisfecha con dejarme como estoy y, en una consulta posterior con ella, me pide que ande; viéndome, se le enciende la luz y dice, en cierto modo aliviada: "El mal no está en tu lesión original sino en la médula que no transmite bien las señales a los miembros inferiores, eso sí puede corregirse aunque el límite de la recuperación lo marcará tu lesión de siempre". 
         Así las cosas, la intervención -deseo que sea la última-  se lleva a cabo el 11 de noviembre de 2016. ¿Curioso, no? Dos operaciones el mismo día de distintos años. Lo cierto es que hoy, con algún que otro inconveniente, el límite de las distancias más largas y, de momento, acompañado por alguien, POR FIN... PUEDO VOLVER A ANDAR.

No hay comentarios:

Publicar un comentario