¡PRUEBA SUPERADA!
(Escrito por Laura)
Ayer recibo una carta certificada de la Junta Electoral. Me
han designado como presidente/vocal suplente de mesa. ¡Qué ilusión! El sueño de
mi vida: pasarme 14 o 15 horas de un domingo metida en una sala sin ver la luz
del sol…
Inmediatamente, veo la lista de Excusas para librarme. Una
de ellas es “tener entre 65 y 70 años… renuncia voluntaria”. ¡La mía!
Por si eso no es suficiente, hago fotocopia del Dictamen de
Minusvalía de Rafael. Más vale ir preparada.
Esta tarde, Rafael se ofrece a acompañarme y nos vamos a la
Junta Electoral de Zona, en la calle Manuel Luna.
Ahora entiendo por qué ese barrio se llama Estrecho. La calle en
cuestión es estrechuca, en cuesta y las aceras tienen el ancho mínimo para que
pase una silla de ruedas… ¡con una farola en medio, cada pocos metros! Además,
en ese tramo de calle, hay 3 talleres mecánicos con sus vados correspondientes.
Por si fuera poco, tenemos que dar una vuelta a la manzana y aparcar dos calles
más arriba. Delante de la Junta, no hay ninguna plaza para Personas de
Movilidad Reducida.
La excursión se convierte en una Gymkana: meto a Rafael sentado en su
silla de ruedas por mitad de la calzada, con todos los coches de frente. Cuando
llegamos a la oficina, no hay rebaje en la acera, la puerta –de entrada y
salida- es estrecha y desemboca en el arco de seguridad y el escáner. Ni os
cuento la maniobra en doble ese que tengo que hacer.
La verdad es que todo el mundo se muestra colaborador y
amable y, en cuestión de minutos, terminamos la gestión.
Cuando salimos, el policía de servicio y el del escáner se ofrecen
amablemente a echarnos una mano. Mano que aceptamos, pues aquello es tan
estrecho, que temo volcar la silla y que Rafael acabe con sus maltrechos huesos
en el asfalto.
Lo “divertido” es que, durante el rato que dura la maniobra,
todo se para. Primero, porque formamos un tapón en la puerta y segundo, porque
las dos personas de seguridad están echándonos una mano.
El policía, mirando la acera hacia arriba con ojos de
espanto, me pregunta: “¿Por dónde van a subir?” Contestación: “Por la calzada.
Vamos a subir delante de los coches”.
Y… dicho y hecho. ¡¡Pa’rriba!! Con un buen par de… ¡narices!